sábado, 29 de noviembre de 2008

Navicoles

Aquí tenemos, amigos, a Bouvard y Pécuchet mostrando satisfechos su prodigioso y monstruoso y absolutamente incomible navicol (repárese en la fórmula de adjetivación ternaria).

Otras referencias para abrir el apetito flaubertiano:

"Obsesionado por la creencia de que sólo existe una manera de expresar una cosa y un vocablo para decirla, un adjetivo para calificarla (bueno, tres, Azorín de eso sabía un rato) y un verbo para animarla, se entregaba a esta labor para descubrir en cada frase esta palabra, este epíteto y este verbo." (Maupassant)

"El tiempo en Bouvard y Pécuchet tiende hacia la eternidad, por eso sus protagonistas no mueren y siguen copiando, cerca de Caen, su anacrónico repertorio de estupideces." (Borges)

"Estilo matemáticamente materialista." (Vargas Llosa)

"A diferencia del poeta, quien para tener una formación adecuada debe leer una copiosa lista de autores que se inicia en Homero, el prosista podría comenzar simplemente con el autor de Bouvard y Pécuchet." (Ezra Pound)

"A partir de los sesenta los autores del Noveau Roman proclamaban a los cuatro vientos la importancia de Flaubert para la novela moderna. Por su conciencia artística, por su obsesión descriptiva, su autonomía del texto, su formalismo (repárese en la fórmula cuaternaria, ay, Vargas Llosa yendo siempre más allá). De acuerdo con su credo de construir libros sobre nada, casi sin sistema, reducidos a un puro movimiento que los emparenta con el arte abstracto." (Vargas Llosa, claro)
De todas formas, el peruano no sostiene esta teoría exenta de los modernos franceses, sino que va, cómo no, más allá afirmando, con Flaubert también, que el "efecto de estilo" depende de igual modo de "las malicias del plan, las combinaciones de efectos, los cálculos de fondo".

Por cierto, Flaubert era entusiasta lector del Marqués de Sade. Por cierto, Harold Bloom no lo incluye en su canon. Por cierto, qué diría Rabelais de su sobrino Flaubert.

Paco

1 comentario:

Francisco Javier Torres dijo...

Estoy desolado, he descubierto que mi adorado Jules Barbey d'Aurevilly deploraba a Flaubert. ¿Por qué será eso?, me pregunto, ¿sería tal vez el exacerbado materialismo de éste lo que espantaría a un atildado dandy católico como aquél?