martes, 30 de diciembre de 2008

¡Qué vergüenza! ( ¿Feliz 2009...?)


La sigla ONU, todo el mundo lo sabe, significa Organización de Naciones Unidas, es decir, a la luz de la realidad, nada o muy poco. Que lo digan los palestinos de Gaza a quienes se les están agotando los alimentos, o se les han agotado ya, porque así lo ha impuesto el bloqueo israelí, decidido, por lo vistos, a condenar al hambre a las 750 mil personas registradas allí como refugiados. Ni pan tiene ya, la harina se ha acabado, y el aceite, las lentejas y el azúcar van por el mismo camino. Desde el día 9 de diciembre los camiones de la agencia de Naciones Unidas, cargados de alimentos, aguardan a que el ejército israelí les permita la entrada en la faja de Gaza, una autorización una vez más negada o que será pospuesta hasta la última desesperación y la última exasperación de los palestinos hambrientos. ¿Naciones Unidas? ¿Unidas? Contando con la complicidad o la cobardía internacional, Israel se ríe de recomendaciones, decisiones y protestas, hace lo que viene en gana, cuando le viene en gana y como le viene en gana. Ha llegado hasta el punto de impedir la entrada de libros e instrumentos musicales como si se tratase de productos que iban a poner en riesgo la seguridad de Israel. Si el ridículo matara no quedaría de pie ni un solo político o un solo soldado israelí, esos especialistas en crueldad, esos doctorados en desprecio que miran el mundo desde lo alto de la insolencia que es la base de su educación. Comprendemos mejor a su dios bíblico cuando conocemos a sus seguidores. Jehová, o Yahvé, o como se le diga, es un dios rencoroso y feroz que los israelíes mantienen permanentemente actualizado.


José Saramago.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Carver

Queridos amigos, espero que tras el paso por la gran literatura de Flauvert (y también antes por la de Bernhart), con sus personajes atemporales y sus profundas connotaciones filosóficas, podáis descender a la literatura más de andar por casa de Carver, con personajes más reales y ligados a su tiempo, pero interesante sin duda. Quién sabe, a lo mejor es la Navidad buena época para leer a Carver, o a lo mejor no, ya me lo diréis.

La película que ayer comentaba es Vidas cruzadas, de Robert Altman. Carver hizo el guión con algunos de sus relatos. De catedral tomó "Parece una tontería". Si alguien la consigue que avise, creo que merece la pena verla.
Besos y abrazos
Ignacio

sábado, 13 de diciembre de 2008

Epi y Blás

Estoy disfrutando mucho de estos dos personajes cuanto menos, curiosos. Flaubert, es un artista del lenguaje y leerle, se hace un placer. Las páginas, se pasan ligeras a pesar de su extenso vocabulario, (algunas palabras de las que lo desconozco todo y no consulto por no romper el ritmo de la lectura), gracias a una estudiada y depurada escritura . Sin duda, el esfuerzo que supuso para él y todo el trabajo y tiempo que dedicó a escribir la novela, mereció la pena.
Dejé el primer capítulo, cerrándolo con una sonrisa imborrable y con el deseo de continuar con el siguiente. Me fue inevitable, en el momento en que una vez se fueron a acostar, “… Bouvard de espaldas, con la boca abierta, la cabeza descubierta; Pécuchet sobre el costado derecho, las rodillas en el vientre, con un gorro de algodón encasquetado, y los dos roncaban bajo el claro de luna que entraba por la ventana”, compararles con Epi y Blás, dos simpáticos personajes televisivos, algo más sensatos que ellos,
Si el primero, se me hizo ameno, los capítulos segundo y tercero, fueron un “disparo”. ¿Cómo pudo abarcar tanta idiotez consecutiva en tan pocas páginas? ¿Es posible variar los intereses con tanta rapidez y facilidad? No veo al Quijote, representado en ellos, ni a Sancho. Don Quijote, era sabio en su locura y Sancho, racional en extremo a pesar de su inocencia. Para mí, son dos niños grandes y como dos niños, cambian continuamente de juego. Entusiasmados en el inicio de cada uno de ellos y sin que el abandono del anterior les deje atrapados en el sentimiento de fracaso o de pena. Simplemente, ya no les interesa y pasan a otra cosa.
¿Qué más me espera en su lectura? ¿Qué pasará en el capítulo cuarto? El tiempo se me echa encima y quisiera terminar el libro antes de nuestra próxima tertulia.
Os dejo, vuelvo con Bouvard y Pécuchet, a ver qué me cuentan ahora. Sorprendentes, no me dejan fría y lejos de admiradles, les reconozco una tenacidad de la que carezco y creo que sólo algunos adultos siguen manteniendo.
Un beso a todos. (Chu)

lunes, 8 de diciembre de 2008

La estupidez


“Habla la Necedad:
Aunque los mortales digan de mí cuanto quieran, es lo cierto que no soy tan insensata como con frecuencia oigo decir a algunos que son tontos de capirote, pues nadie tiene virtud como la mía para regocijar a los dioses y a los hombres. Si de ello necesitáis una prueba incontrovertible, observad que, con sólo verme dispuesta a dirigir mi palabra a esta numerosa asamblea, todos vuestros semblantes reflejaron insólita alegría, desarrugasteis el entrecejo y me acogisteis con francas y jocundas carcajadas; y ved también que en torno mío hay muchos que antes se hallaban tristes y acongojados, cual si acabasen de salir del antro de Trofonio, que ahora parecen tambalearse como los dioses de Homero, ebrios de néctar y de nepente.”
En Elogio de la locura (o necedad, o estulticia, según qué traductor), de Erasmo de Rotterdam

“Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere. Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos. Es el resultado de un duro esfuerzo personal. Hacen el papel del tonto. En realidad, algunos sobresalen y hacen el tonto cabal y perfecto. Naturalmente, son los últimos en saberlo, y uno se resiste a ponerlos sobre aviso, pues la ignorancia de la estupidez equivale a la bienaventuranza. La estupidez, que reviste formas tan variadas como el orgullo, la vanidad, la credulidad, el temor y el prejuicio, es blanco fundamental del escritor satírico.”
En el Prólogo a Historia de la estupidez humana, de Paul Tábori

“¿De qué se ríe uno si no es de la estupidez? Ésta habita tanto en quien se ríe como en lo risible; la tensión de una captación cómica excluye las explicaciones mediante la superioridad de aquel que se burla: toda risa es, de alguna manera, risa loca. Sin embargo, nada tiene de loca, sino que dice que mi espera era en vano. La risa es un juicio sobre la falta de juicio, -que es lo que uno llama estupidez (Kant)-. La risa consigue lo que el amontonamiento de reglas, juzgándolo bien, persigue en vano; la risa juzga y, lo que es más, señala una manía, pone de manifiesto un chifladura, revela lo risible, dando a entender con su explosión de júbilo: ¡qué tontería! La risa, más inteligente que Bergson, demuestra que la estupidez existe (con qué nos divertiríamos, si no fuera así?), y más astuta que Hegel demuestra que existe como tal, sin aprisionarnos morbosamente en ella. El que la anuncia, la denuncia y desnuda a la absurdidad: no era nada, sólo una nada que había que aniquilar.”
En La estupidez, de André Glucksmann
Paco

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Este libro de Flaubert es "una épica de la necedad", con bastante de absurdo, y por supuesto una parodia (contra estilo) de su novela patética sentimental y su elevada heroína Madame Bovary, tan bella, virtuosa, inteligente, de buena familia, etc., que se debate entre la pasión y los sentimientos y los valores sociales dominantes de autoridad. Habrá que saber leer qué clase de antipatetismo nos muestra Flaubert a través de estos dos personajes, representantes máximos de la estupidez humana. Pues, mientras en Madame Bovary, Flaubert contaba con un lenguaje o estilo literario previo y establecido sobre el héroe patético y sentimental, en Bouvard y Pècuchet lo tiene que inventar, al igual que a sus dos antihéroes y sus nuevos antivalores. Por tanto, para empezar: nuevo estilo no literario, y nuevos héroes sin valores. Un nuevo camino que está más cerca de la ironía y el humor que de lo patético: dos modernos donquijotes en el nuevo mundo de la ciencia y la industria en una ciudad tan provinciana como la de la Bovary. Mis comentarios irán en la línea de intentar descubrir y observar donde se hallan y materializan las claves de este estilo irónico y cuáles son los antivalores así como los procedimientos narrativos que utiliza. Seguiremos in formando. (Emilio)

sábado, 29 de noviembre de 2008

Navicoles

Aquí tenemos, amigos, a Bouvard y Pécuchet mostrando satisfechos su prodigioso y monstruoso y absolutamente incomible navicol (repárese en la fórmula de adjetivación ternaria).

Otras referencias para abrir el apetito flaubertiano:

"Obsesionado por la creencia de que sólo existe una manera de expresar una cosa y un vocablo para decirla, un adjetivo para calificarla (bueno, tres, Azorín de eso sabía un rato) y un verbo para animarla, se entregaba a esta labor para descubrir en cada frase esta palabra, este epíteto y este verbo." (Maupassant)

"El tiempo en Bouvard y Pécuchet tiende hacia la eternidad, por eso sus protagonistas no mueren y siguen copiando, cerca de Caen, su anacrónico repertorio de estupideces." (Borges)

"Estilo matemáticamente materialista." (Vargas Llosa)

"A diferencia del poeta, quien para tener una formación adecuada debe leer una copiosa lista de autores que se inicia en Homero, el prosista podría comenzar simplemente con el autor de Bouvard y Pécuchet." (Ezra Pound)

"A partir de los sesenta los autores del Noveau Roman proclamaban a los cuatro vientos la importancia de Flaubert para la novela moderna. Por su conciencia artística, por su obsesión descriptiva, su autonomía del texto, su formalismo (repárese en la fórmula cuaternaria, ay, Vargas Llosa yendo siempre más allá). De acuerdo con su credo de construir libros sobre nada, casi sin sistema, reducidos a un puro movimiento que los emparenta con el arte abstracto." (Vargas Llosa, claro)
De todas formas, el peruano no sostiene esta teoría exenta de los modernos franceses, sino que va, cómo no, más allá afirmando, con Flaubert también, que el "efecto de estilo" depende de igual modo de "las malicias del plan, las combinaciones de efectos, los cálculos de fondo".

Por cierto, Flaubert era entusiasta lector del Marqués de Sade. Por cierto, Harold Bloom no lo incluye en su canon. Por cierto, qué diría Rabelais de su sobrino Flaubert.

Paco

viernes, 28 de noviembre de 2008

Modificaciones

-Atendiendo a la observación de José Manuel sobre si estaba muy oscuro el blogcecito (pequeñito todavía, pero tan lindo), he modificado los colores. Decidme si se ve bien y lo dejamos así, si os parece.
-He modificado algo también los nombres de la barra lateral, procurando incluir todos sus títulos dentro del campo semántico que se ha adoptado.
-Cuando vayamos publicando entradas, habrá que colocar en ella (abajo, a la derecha de "opciones de entrada") la etiqueta del libro del que se hable para que se agrupe dentro de "Incursiones aliadas"
Y lo que se comentó sobre incluir los comentarios dentro de la propia entrada me parece bien, sólo recordar que se ponga el nombre del autor, para saber a quien dirigirse en caso de controversia (que espero que las haya, muchas). No obstante, cada uno puede ponerlos donde les salga de sus órganos genitales, of course, of course, darlings
-Supongo que recibiréis el aviso de esta entrada ya en vuestro correo electrónico, que los he puesto todos también. Confirmadlo, please.
Besos. vuestro Paco

martes, 25 de noviembre de 2008

Bouvard y Pécuchet

Este libro me está dejando perplejo. No os contaré la causa de mi perplejidad porque ese es tema de tertulia con cervezas y los cigarrillos que le robo a Paco (las gafas se me caen intentando entender mis notas ), pero si que quiero adelantaros algo para pensar (por si este blog nos ayuda a tertuliar). Ahí van algunas cosas:
  • En el Prologo de Carlos Pujol (edición de Planeta clásicos Blacklist) compara a nuestros protagonistas con el Quijote ¿que os parece?He tenido que preguntar a mi hija Jimena la definición de antihéroe que le explican en clase de literatura
  • Este libro me produce irritación, me resulta doloroso leerlo: diría que el sentimiento que me provoca se parece a la vergüenza ajena. Reflexionando "contratrasnferencialmente", que dirían los freudianos, he sacado cosas interesantes relacionados con el "placer de la lectura". Buena discusión con Paco sobre el sufrimiento. Poned al mente en blanco y decidme que sensacion os provoca la cena que organizan para las fuerzas vivas del pueblo.
  • 1880 pleno apogeo de la modernidad y el culto al progreso científico: el comienzo de la sociedad de masas, el fin de todas las aristocracias. ¿Que os parece la visión de la Ciencia de Flaubert?
  • Bueno guapos, pués esto es para probar que si no, Paco se pone pesado

Jose Manuel

domingo, 23 de noviembre de 2008

Homenaje a la poesía



A la Poesía


Ya se dijeron las cosas más oscuras.
También las más brillantes.
Ya se enlazaron las palabras como
cabellos, seda y oro en una misma trenza
-adorno de tu espalda transparente-.
Ahora,
tan bella como estás,
recién peinada,
quiero tomar de ti lo que más amo.
Quiero tomarte
-aunque soy viejo y pobre-
no el oro ni la seda:
tan sólo el simple, el fresco, el puro
(apasionadamente), el perfumado,
el leve (airadamente), el suave pelo.
Y sacarte a las calles,
despeinada,
ondulando en el viento
-libre, suelto, a su aire-
tu cabello sombrío
como una larga y negra carcajada.

Ángel González

martes, 18 de noviembre de 2008

Artículo premonitorio



Artículo premonitorio del escritor y periodista cartagenero Arturo Pérez-Reverte, publicado en "El Semanal" el 15 de noviembre de 1998, y que ahora, diez años después, se revela como una auténtica profecía.
Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio -o al revés-, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder; el riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días.
Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces -¡oh, prodigio!- mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.
Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.
Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.