sábado, 3 de enero de 2009

Nota y texto



Dos enlaces sobre Carver que me parecen interesantes. Una nota sobre el autor y su relato Tres rosas amarillas. Leyendo este texto no he podido evitar acordarme de nuestro admirado Danilo Kis. No sé qué opináis. Habría que leer a Chejov también, según parece, para entender mejor a Carver. Probémoslo, a ver qué sale.
Paco

7 comentarios:

Chu dijo...

Ojú, cuánto trabajo...! Menos mal que tenemos el día de fiesta. Me voy a leer, luego hablamos.
Un beso a todos.
PD.: Tengo la peli de Ignacio de "Vidas Cruzadas", si alguien la quiere ver que me de un toque. (Yo no lo he conseguido por más que lo he intentado, pero igual tenéis mejor suerte).

Chu dijo...

Hola, ya he vuelto, ¿estáis por ahí? Me parece que estoy conmigo misma... ¡qué solita me tenéis!
Me pareció interesante la "nota" a la que Paco hizo referencia y he encontrado en algunas de las palabras del autor, (Fco. Rodríguez), las mías propias que no habría sabido decir tan bien como él. Los personajes de los relatos de Catedral, salvo en uno o dos pertenecen a la clase media-baja, carecen de ilusión y generalmente el hombre vive a remolque de su pareja. Supongo que en las clases altas americanas también vivirán la rutina, les pasarán cosas y algunas cosas romperán esa rutina y se harán polvo; seguro que también beben, (o toman otras alternativas más caras). Pero a Carver le ha parecido mejor mostrarnos la triste realidad de obreros de fábrica, parados y desamparados. Prefiero no comparar, pero Chejov me parece más divertido, agudo y extenso. Con extenso, quiero decir que abarca más situaciones diferentes, mayor variedad de personajes. En cuanto a Danilo Kis, no sé quién es. Voy a investigar.

Un beso

Francisco Javier Torres dijo...

De Danilo Kis leyó el grupo sus dos espléndidas colecciones de relatos "Una tumba pra Boris Davidovich" y "La enciclopedia de los muertos" (ambas en Ed.Acántilado, por si te interesa, Chu). En "Tres rosas amarillas" utiliza Carver el recurso, tan borgiano, dicho sea de paso, del mosaico formado por distintas versiones de los personajes. Igual que Kis hacía con frecuencia en esos textos. Yo te lo recomiendo, desde luego. Por lo demás, ya se animarán los efectivos, ya, descuida. Es cuestión de paciencia, como todo en la vida tal vez.
En otro orden de intereses ¿cómo se os han portado los Reyes, niños?

Chu dijo...

Gracias, Paco. Los pongo en mi lista de "pendientes".
En cuanto a los Reyes, se ve que he tenido que ser malilla... Bueno, igual me doy el gusto y me hago un regalo, tal vez ese de la tumba para Boris.

Un beso

Anónimo dijo...

Dos comentarios con Carver:
El primero tiene que ver con lo siniestro. La mayoría de los relatos me parecen siniestros, me generan inquietud y miedo, los leo sobresaltado, esperando que pase algo horroroso (pero conocido), casi palpándolo. Quizás que el pavo le saque los ojos al niño cuando cenan o que el anfitrión vaya a la cocina por más salsa para la carne y vuelva con una escopeta de cañones recortados y la cena acabe en una matanza sangrienta.
Siniestro, Miner nos puede ilustrar mas el día 15, es el miedo que generan cosas conocidas, con las que uno conecta (aunque negadas, ocultas), no es el pánico de la desintegración y la locura, de lo ajeno, de lo incomprensible. No es el horror del Horla o de los mitos de Tchutlu (¿se escribe así?)sino el del Conde Drácula. Carver me hace ver lo siniestro de situaciones “aparentemente normales” en sus relatos.
Lo segundo tiene que ver con una discusión ya mantenida sobre la literatura norteamericana (y sus aportaciones), que me parece que cada vez veo más nítidamente. Creo que la literatura europea que habitualmente he leído tiene una conexión más directa con el mundo de las ideas, el mundo 3 de Popper (oscilamos lectores y escritores entre la épica de Prometeo y la lírica de Orfeo), creo que esa tradición cultural, se rompió en la literatura norteamericana que no necesita “trascender” para escribir, escapa del mundo de las ideas y va directamente al mundo de los estados mentales , de lo cotidiano , de lo subjetivo, esto se vuelve protagonista sin necesidad de mas explicaciones .
Carver no moraliza, probablemente ni siquiera quiera transmitir ideas preconcebidas, nos abre una ventana a un mundo que es muy interesante. Una ventana en la que el está casi ausente, es frío como una máquina de cine. No me parece que tenga mucho que ver con Chejov, al que estoy volviendo a leer, aunque ya lo discutiremos el Jueves (es otra forma de mirar). Me recuerda más a Bukowsky

Anónimo dijo...

José Manuel, léete si lo tienes por ahí "El profesor de lengua", de Chejov, y piensa en Carver, yo creo que se puede ver muy bien en este relato la conexión, cómo la insignificancia más absoluta puede dar en tragedia homérica.
En cuanto a la interesante cuestión de la diferencia entre la literatura norteamericana y la europea, la duda que me asalta es que cuál puede ser más "útil" en el sentido artístico. Existe esa diferencia, desde luego, y es cojonudo que se plantee el asunto, algo espinoso, sin duda, según creo. Pensemos, mirando hacia atrás, en Edith Wharton, por ejemplo, o en Walt Whitman, o en Henry James (aunque este último sea casi ingles, como Eliot). No sé, ya hablaremos
Y a mí los relatos de Carver me resultan desoladores, absolutamente desoladores, más que siniestros, aunque lo son también, qué duda cabe.

Chu dijo...

Después de ver y escuchar los vídeos, he caído en la cuenta de que los relatos de Carver se representan en habitaciones, apenas algunas imágenes del exterior que acaban por conducirnos al interior de algún lugar. Habitación de una casa, interior de un coche, compartimento de un tren, pequeño estudio, obrador de una pastelería… lugares limitados por paredes donde se descarga la pesadumbre. No lo había pensado antes, pero creo que los personajes no sólo se aíslan del resto del mundo sino que se concentran en sí mismos, como si cada uno de ellos además, fuera una habitación independiente del personaje que está a su lado.

En cuanto a “Mecánica Popular”, cuántos casos no se resuelven sino por la fuerza en vez de por la palabra. La incomunicación, una vez más y en esta ocasión como generalmente ocurre son los más desfavorecidos, los más débiles e inocentes.

Un beso, Chu.